Ver El mago de Oz después de experimentar la historia de fondo en Wicked es una experiencia completamente diferente y divertida. Glinda, una vez la figura alegre y compleja con la que simpatizamos, se vuelve casi cómicamente despectiva con Dorothy. Sus expresiones faciales cuando Dorothy habla son una montaña rusa de emociones 🙂😒😐, como si apenas tolerara la presencia de la niña. Es un marcado contraste con la calidez que esperarías de la “Bruja Buena” y hace que sus interacciones con Dorothy se sientan involuntariamente divertidas.
Lo que realmente se lleva la palma es el viaje al que Glinda envía a Dorothy. En lugar de ayudarla directamente, Glinda le ordena alegremente que siga el camino de baldosas amarillas hasta la Ciudad Esmeralda, lo que en esencia delega todo el problema en el Mago. En el camino, Dorothy se enfrenta a obstáculos aterradores: una tierra azotada por un tornado, monos voladores espeluznantes, una bruja malvada en busca de venganza y la confusión emocional de abandonar su hogar. Mientras tanto, Glinda se aleja flotando en su burbuja, plenamente consciente de que las zapatillas de rubí en los pies de Dorothy tienen el poder de enviarla a casa todo el tiempo. El hecho de que no se moleste en mencionar este detalle crucial hasta el final agrega una capa de ridiculez que es imposible de ignorar.
Esta nueva perspectiva, gracias a Wicked , hace que las decisiones de Glinda parezcan menos actos de bondad y más una prueba, o incluso un poco de provocación. ¿Fue una lección sobre el autodescubrimiento y la fuerza interior? ¿O Glinda simplemente superó a Dorothy y sus problemas en Kansas? De cualquier manera, el humor de volver a ver El mago de Oz en este contexto es innegable. Todo el escenario se siente menos como una aventura conmovedora y más como una broma cósmica a expensas de Dorothy.😅